viernes, 21 de octubre de 2016

Ratones alados.

Nuevo articulo de opinión de nuestro compañero del Valle de Ayora, Carlos Feuerriegel.

   Jaime I el Conquistador elevó a uno de ellos a la cima de su yelmo, fijándolo para los siglos posteriores en escudos y mástiles, pero ellos nunca se enredarían en tu pelo, por más que en su inverosímil vuelo pasen rozando tu cabeza. Desde hace más de cincuenta millones de años son fieles a su cita con cada anochecer, un periodo de tiempo que supera en unas quinientas veces al breve deambular de nuestra especie humana sobre la tierra. ¿No es esta , ya por sí sola, razón suficiente para quitarnos el sombrero, y Jaime I el casco coronado, ante tan sorprendente logro?
   Noctámbulos impenitentes, no perdonan más que los días de lluvia, es decir, mas bien ninguno en nuestras comarcas de interior, y sin embargo no esperan a las primeras luces para retirarse a su cobijo. Una vez han cubierto sus necesidades con mosquitos, polillas y pequeños insectos voladores, se dan por satisfechos. Entre ellos no haría escuela el Sangonera de Cañas y Barro que allá por la Albufera de Valencia comió hasta reventar y no por retirarse pronto, estos misterios voladores son recatados a la hora de zampar. Si Sangonera quizá engulló dos o tres kilos de viandas de la cesta destinada a otros comensales, nuestros amigos los murciélagos pueden llegar a comer cada noche una cantidad de insectos que supera la mitad de su peso. Miles y miles de mosquitos o de mariposas de la procesionaria son atrapados por estos insecticidas naturales que necesitan de nuestra protección. Por ejemplo, y sin necesidad de salir de esa Albufera literaria y cercana, ahora mismo se estudia la conveniencia de favorecer las poblaciones murciélagos en ese lago para hacer frente a una de las plagas del arroz.
   Las construcciones modernas no ofrecen en sus tejados las oportunidades para anidar que sí ofrecían los tejados con tejas que, afortunadamente,  siguen marcando el paisaje de nuestros pueblos, o los árboles muertos que también sirven para que otras especies de murciélagos aprovechen los agujeros dejados en ellos por habitantes anteriores. Pero son los insecticidas el mayor problema al que deben hacer frente, ellos, los mayores y más constantes insecticidas desde la noche de los tiempos. No sólo porque reducen la cantidad de insectos de forma indiscriminada, sino también porque envenenan la cadena alimentaria de estos pequeños ratones alados. Colocar cajas nido para facilitarles cobijo a nuestros aliados naturales es una medida que ya toman algunos ayuntamientos y que debiera hacer escuela en todos los pueblos.
   Las habilidades de los murciélagos, no terminan de sorprendernos y alcanzan también a su capacidad para regular su temperatura corporal. No olvidemos que cerca de ¾ partes de nuestro consumo de energía , en forma de alimentos, es destinada a regular y mantener nuestra temperatura corporal en el entorno de los 37ºC. Los murciélagos, sin embargo pueden llegar a descender su temperatura hasta los 28ºC con la finalidad de ahorrar energía cuando el buen tiempo (para nosotros), es decir, la lluvia,les impide volar. Eso sí es ahorro energético y no les quepa duda que una compañía eléctrica nunca tendrá a un murciélago como imagen corporativa.
   Ahorrativos, eficientes , excelentes acróbatas del aire y dormilones. Sin duda para estar más despiertos que el común de los mortales en sus horas de vigilia. Y probablemente una de las razones de su elevada longevidad. Al medio siglo de vida pueden acercarse nuestros vecinos del piso de arriba. No nos extrañe que lleguen a conocer a diferentes inquilinos en su trayectoria vital.
  Como era de esperar, también se comunican entre sí pero aun carecemos de intérpretes para poder entrar en sus conversaciones. Hermoso sería por todo ello,  que mostráramos nuestra admiración ante estas pequeñas maravillas que sobrevuelan  nuestras noches no tomando medida alguna que pueda hacer peligrar sus largas e interesantes vidas. Aun cuando solo fuera por puro egoísmo: la capacidad de maravillarnos cada día también alarga nuestras vidas.