Nuevo articulo de opinión de nuestro compañero del Valle de Ayora, Carlos Feuerriegel.
Jaime I el
Conquistador elevó a uno de ellos a la cima de su yelmo, fijándolo para los
siglos posteriores en escudos y mástiles, pero ellos nunca se enredarían en tu
pelo, por más que en su inverosímil vuelo pasen rozando tu cabeza. Desde hace
más de cincuenta millones de años son fieles a su cita con cada anochecer, un
periodo de tiempo que supera en unas quinientas veces al breve deambular de
nuestra especie humana sobre la tierra. ¿No es esta , ya por sí sola, razón
suficiente para quitarnos el sombrero, y Jaime I el casco coronado, ante tan
sorprendente logro?
Noctámbulos
impenitentes, no perdonan más que los días de lluvia, es decir, mas bien
ninguno en nuestras comarcas de interior, y sin embargo no esperan a las
primeras luces para retirarse a su cobijo. Una vez han cubierto sus necesidades
con mosquitos, polillas y pequeños insectos voladores, se dan por satisfechos.
Entre ellos no haría escuela el Sangonera de Cañas y Barro que allá por la
Albufera de Valencia comió hasta reventar y no por retirarse pronto, estos
misterios voladores son recatados a la hora de zampar. Si Sangonera quizá
engulló dos o tres kilos de viandas de la cesta destinada a otros comensales,
nuestros amigos los murciélagos pueden llegar a comer cada noche una cantidad
de insectos que supera la mitad de su peso. Miles y miles de mosquitos o de
mariposas de la procesionaria son atrapados por estos insecticidas naturales
que necesitan de nuestra protección. Por ejemplo, y sin necesidad de salir de
esa Albufera literaria y cercana, ahora mismo se estudia la conveniencia de
favorecer las poblaciones murciélagos en ese lago para hacer frente a una de
las plagas del arroz.
Las construcciones
modernas no ofrecen en sus tejados las oportunidades para anidar que sí
ofrecían los tejados con tejas que, afortunadamente, siguen marcando el paisaje de nuestros
pueblos, o los árboles muertos que también sirven para que otras especies de
murciélagos aprovechen los agujeros dejados en ellos por habitantes anteriores.
Pero son los insecticidas el mayor problema al que deben hacer frente, ellos,
los mayores y más constantes insecticidas desde la noche de los tiempos. No
sólo porque reducen la cantidad de insectos de forma indiscriminada, sino
también porque envenenan la cadena alimentaria de estos pequeños ratones
alados. Colocar cajas nido para facilitarles cobijo a nuestros aliados
naturales es una medida que ya toman algunos ayuntamientos y que debiera hacer
escuela en todos los pueblos.
Las habilidades de
los murciélagos, no terminan de sorprendernos y alcanzan también a su capacidad
para regular su temperatura corporal. No olvidemos que cerca de ¾ partes de
nuestro consumo de energía , en forma de alimentos, es destinada a regular y
mantener nuestra temperatura corporal en el entorno de los 37ºC. Los
murciélagos, sin embargo pueden llegar a descender su temperatura hasta los
28ºC con la finalidad de ahorrar energía cuando el buen tiempo (para nosotros),
es decir, la lluvia,les impide volar. Eso sí es ahorro energético y no les
quepa duda que una compañía eléctrica nunca tendrá a un murciélago como imagen
corporativa.
Ahorrativos,
eficientes , excelentes acróbatas del aire y dormilones. Sin duda para estar
más despiertos que el común de los mortales en sus horas de vigilia. Y
probablemente una de las razones de su elevada longevidad. Al medio siglo de
vida pueden acercarse nuestros vecinos del piso de arriba. No nos extrañe que
lleguen a conocer a diferentes inquilinos en su trayectoria vital.
Como era de esperar,
también se comunican entre sí pero aun carecemos de intérpretes para poder
entrar en sus conversaciones. Hermoso sería por todo ello, que mostráramos nuestra admiración ante estas
pequeñas maravillas que sobrevuelan
nuestras noches no tomando medida alguna que pueda hacer peligrar sus
largas e interesantes vidas. Aun cuando solo fuera por puro egoísmo: la
capacidad de maravillarnos cada día también alarga nuestras vidas.