Que mejor manera de comenzar el año nuevo, con un articulo de opinión de nuestro amigo del Valle de Ayora, Carlos Feurrieguel, aquí os lo dejo, como siempre de diez.
Año tras año los pinares ofrecen su cosecha de piñas. Pasa
desapercibida para nosotros. No hay mercado ni recolección, no
interviene el dinero. Los árboles en nuestros montes no faltan a su
cita, pese a que nadie los abone. Su vitalidad es hija del suelo que año
tras año se enriquece con las hojas caídas, convertidas en tierra
fértil. Esta es la normalidad, sencilla y a la vez compleja, silenciosa y
poderosa al mismo tiempo, de nuestros montes que solo nos llama la
atención cuando deja de producirse.