Este fin de semana llegará el día más horrible del año, el más triste y deprimente, en el que los poderes de la oscuridad se adueñan calles, parajes y almas… el aciago día del cambio al horario de invierno.
Si amiguitos: tal y como se viene experimentando desde hace tiempo los
días son cada vez más cortos y las noches más largas; la diferencia
seguirá aumentando hasta el solsticio de invierno (este año el 21 de diciembre) y luego a ir recuperando hasta primavera que se cambie de nuevo el horario.
Lo de dormir una hora más está bien, pero no sé yo
si compensa. La listas de ventajas enumeradas es larga para hacer ese cambio «definitivo», principalmente económicas: adaptarnos a nuestra condición geográfica, mejorar la conciliación laboral, los horarios de los comercios, incluso se habla de que ayudaría a las audiencias televisivas.
En cualquier caso este cambio no sería cuando menos hasta 2015 o
incluso más allá, así que todavía podremos disfrutar del
horario-artificialmente-desplazado y «apropiado para la siesta» durante
unos añitos más.